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Martes, 12 de Julio de 2011 10:40

Volviendo

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¡PERFECTO! Mañana tengo un examen y mis apuntes los tiene Jake.

Me desperté con un gran estruendo. Cojo el móvil para despertar a Jake para que me devuelva mis apuntes o me los mande por mail, pero mi móvil se ha vuelto loco, no hace más que apagarse y encenderse. Definitivamente, necesito uno nuevo.

Bajo al salón y me tiro a coger el teléfono, pero este emite un sonido que se te clava en los oídos y no te deja llamar.

Qué extraño… Parece que no soy la única que esta despierta en la ciudad. Todas las ventanas de la calle emiten luz hacia fuera reflejando mucho movimiento dentro.

Decido no darle importancia y volver arriba, a intentar despertar a Jake para que me devolviera mis apuntes, pero al llegar de nuevo a mi habitación veo que el ordenador está encendido, pero no responde. La pantalla se apaga por completo después de brillar de una manera que consigue cegarme y hacer que no vea nada cuando la habitación se queda a oscuras.

-          Mamá, mamá, el teléfono se ha vuelto loco, y mi móvil también-. La digo mientras la despierto.

-          Nora cariño, son las cuatro, vuelve a la cama…- dice antes de volver a dormir.

En serio, esto es muy raro. Es como si todo por lo que nos comunicamos ahora ha desaparecido.

Salgo a la calle y veo que todo el mundo corre de una casa a otra, preguntando a los vecinos si a ellos les pasa lo mismo. Parece que todos estamos igual.

Veo que Ever se acerca hacia mi casa aún en pijama y se abalanza sobre mí, diciendo que estaba hablando por teléfono y de repente, oyó un gran estruendo y el teléfono, el móvil, el MAC,… todo había empezado a emitir luz antes de apagarse y no volver a responder.

Volvemos a entrar en mi casa juntas, y ponemos la televisión. Lo más extraño es que la televisión o la radio funcionan, pero no el teléfono ni el ordenador ni nada con lo que podamos comunicarnos.

En el canal principal empieza un informativo de urgencia:

-          Comenzamos este informativo con una última hora. Muchos científicos llevan tiempo detrás de este suceso que hoy, a las tres y media de la madrugada se ha hecho realidad. Todos los aparatos de comunicación existentes han caído. Las redes sociales, internet y las líneas telefónicas han sufrido un colapso y no han vuelto a responder. Simplemente han muerto y no pueden volver a ponerse en funcionamiento. Señores espectadores, siento anunciar que nos llegan noticias de las sedes más importantes de estudio, anunciándonos que el futuro que nos espera deberá de ser como antaño. No mas internet, no más teléfono, no más comunicación.

Ever y yo nos miramos atónitas. Aún no me creo lo que acaba de pasar. ¿Todo ha caído? Eso es imposible. El mundo en 2034 está demasiado avanzado para esto.

Pero ahora que lo pienso, el mundo lleva quejándose mucho tiempo, pues le hemos dado tanto de sí que un día tenía que estallar, y ese día es hoy.

La gente está demasiado vinculada a Internet o a las tecnologías, ya ni siquiera existen carteros, ni cartas.

Ya no se escribe nada  mano, todo es a ordenador, y vía mail o con las redes sociales. Los contratos, documentos, libros… todo es a través de internet.

La comunicación va a caer si no existe nada de esto. La gente no va a saber entablar conversación o simplemente no perderla si no tienen teléfonos ni ordenadores.

-          ¿Y  ahora que vamos a hacer?- pregunta mi madre que estaba sentada a mi lado. Ni tan siquiera la había visto.

-          Yo no me acuerdo como era escribir una carta. Ni recibirla.

Todos nos quedamos pensando en lo que nos esperaba ahora. Nadie recuerda cómo era comunicarse sin mensajes o teléfonos, y los que lo hacen son demasiado mayores.

Ever y yo nos levantamos y salimos a la calle, en la que el sol ya salía.

Comenzamos a andar sin un rumbo fijo, pero mi mente trazaba el camino hasta casa de mis abuelos. Allí estaban los mejores recuerdos de mi vida, y allí era donde iba siempre que todo se derrumbaba, porque con un chocolate de mi abuela todo se arreglaba.

Ever me sigue los pasos de cerca, y aunque camina sin rumbo, sabe perfectamente donde la arrastro.

Cuando nos paramos delante de la puerta de mi abuela, de donde sale un olor a café recién hecho que se mezcla con las plantas de lavanda que tiene en el recibidor, un sentimiento de tranquilidad me invade.

No pasa mucho tiempo desde que toco la puerta y una señora mayor se abalanza sobre mí y mi amiga para darnos uno de sus abrazos.

Mi abuela parece muy tranquila, pues dudo que se haya enterado de que el mundo ha cambiado de un día para otro.

Nos invita a pasar y nosotras nos sentamos en la puerta de la cocina, donde  nos sirve dos cuencos con helado y café para desayunar.

Mi abuela se sienta a mi lado, preguntándome el porqué de mi cara preocupada y, al ver que no le contesto, se levanta y sale de la cocina.

A su vuelta trae entre sus manos una caja de zapatos muy antigua. La pone delante de mí y me dice:

-          Nora, este es mi tesoro más preciado. Lo guardo desde que tenía tu edad.

Ever y yo nos miramos y abrimos la caja para encontrarnos dentro algo que jamás hubiéramos imaginado.

Leemos esas cartas que mi abuelo escribió cuando mi abuela y él salían juntos.

Esos trozos de papel manuscritos te hacen sentir cosas preciosas. Las cosas que dicen, las frases, los besos que hacen recordar no se comparan a los que evocan los mails o los SMS.

Ever, no me importa si tenemos que volver a escribir eso. De hecho, me encantaría volver  a sentir todo esto con un simple trozo de papel entre las manos.

Ultima modificacion el Domingo, 29 de Julio de 2012 18:20

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