Domingo, 29 de Julio de 2012 17:02

Máscaras

por  Administrator
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Avanzaba por una escalera de caracol, sin barandilla. Avanzaba sin cesar, escalón tras escalón, sin llegar nunca al final. La falta de iluminación hacía que le dolieran los ojos. Sin embargo, allí estaban. No podía dejar de sentirse observado constantemente por aquellas máscaras blancas colgadas de la pared. Sabía perfectamente lo que eran, y las odiaba. Sobre todo una en concreto, cuando llegaba al final de la escalera. Su máscara.


Max se despertó, empapado en sudores. Se masajeó la mejilla, molesta debido a haber estado apoyada toda la noche sobre el escritorio. No era la primera vez que tenía este sueño desde que ocurrió. Miró alrededor de la sala, y vio un mensaje en su terminal. . No podía creerlo. ¿Lo había logrado? Tecleó algunos comandos y observó el patrón final de cálculo desarrollado por el ordenador. Parecía correcto, pensó. Sabía que la única manera de averiguarlo era probarlo. No era la primera prueba realizada, ya se habían realizado varias más, cuando tenía un equipo entero de científicos trabajando para ella. Era arriesgado, las pruebas siempre lo eran. No sabían que consecuencias podría tener en la salud de un ser humano someterse a un experimento así. Pero ella lo hizo, y pagó por ello.
Desabrochó su bata y la apartó a un lado. Cargó el programa final en una tarjeta y la introdujo en una de las ranuras de memoria de la máquina. Finalmente sacó su revólver y lo colocó en una mesilla enfrente del aparato. Entró. -Inicializar proceso – Pronunció Max. Respiró hondo. Y cerró los ojos.


Fue un instante, un solo instante, pero Max lo sintió todo. Sintió como su cuerpo se dividía, como le arrebataban su parte más profunda. Apenas podía pensar. Todo era muy confuso. Finalmente, quedó a oscuras, tendido en el suelo boca arriba. Y lo que vio después le aterrorizó. Una máscara blanca descendía hacía él. Y sin poder mover ni un músculo, la máscara se colocó sobre su cara, fundiéndose con su piel. De nuevo abrió los ojos. Estaba arrodillado en el suelo. Alzó la vista, y lo vio. Se contempló a sí mismo. Perfecto. Sereno. Se levantó con esfuerzo, y vio que eran exactamente idénticos. -Esto era en lo que trabajamos ella y yo, esto es lo que querías, por lo que moriste. Pero yo haré que se cumpla este ideal. Porque el mundo lo necesita. Porque lo necesitamos todos. Porque de nada sirve engañar y mentir constantemente.


-Yo seré quien lo haga, no tú-.Respondió su imagen. –Porque yo soy tú, recuerda, y por eso estoy aquí-. Max se fijó en que la imagen ya había cogido la pistola. Pero ya lo sabía, por eso la colocó allí. Se entristeció. Pero lo entendía. Sabía que no podría haber dos iguales en el mundo. Aunque ya no eran iguales, él es yo en realidad, y yo sólo soy una carcasa vacía. Con una máscara.


–Adelante, acaba con esto- Dijo Max. –Por fin hemos logrado el proyecto de complementación, todo lo que deseábamos. -No-. Dijo la Imagen. Y le apuntó con el revólver. –Esto es lo que en realidad deseas desde que ella murió. Lo sabes, porque yo lo sé, porque yo soy en realidad tú. Soy lo que realmente has sido siempre en tu interior. Sin máscaras, sin mentiras, sin engaños que presentar a cada individuo. Tu subconsciente, tu yo más interno, en un nuevo cuerpo libre de máscaras. Y por ello sé que morir es lo único que quieres. Pero mi querido yo, viviré por ti. Tengo el mismo deseo que tú, pero tú podrás ir a reunirte con ella.


Y yo me quedaré aquí, para cumplir con lo que nos hemos propuesto. Libraré al mundo entero de sus máscaras. Porque no es necesario volvernos una persona distinta en cada situación, con cada persona. Cada uno de nosotros somos uno mismo, y eso es lo que somos, y lo que debemos mostrar al exterior. Porque todos lo estamos, estamos cansados de nunca poder llegar a conocer a alguien como de verdad es. Hemos creado un mundo superficial, donde las relaciones más profundas apenas llegan a rasgar lo que eres en realidad. Pero esto termina aquí. Todos seremos libres.


Sin embargo, al escuchar aquella palabra, Max lo entendió. Se abalanzó contra su imagen, derribándose sobre él. Forcejearon, intentando cada uno de ellos coger el revólver, que había caído cerca. Max consiguió inmovilizarle.


-Ahora lo veo, ¡¿no lo entiendes?!-. Dijo Max. – Jamás podremos ser libres. Somos seres humanos. Nuestro verdadero yo es aberrante. Pensamos cosas horribles constantemente, porque somos así. Miramos por nuestro interés, vivimos por nosotros, y reaccionamos ante nuestros instintos. He cometido un gran error. Nunca llegaremos a ser libres, ya que nuestra máscara es nuestra jaula. La jaula de la bestia que habita en nuestro interior. Y tú eres yo. Y sin mí, tu excesiva libertad te convertiría precisamente en eso. En un verdadero ser humano.


Un gato que paseaba por un callejón, revolviendo en un cubo de basura, se asustó por un disparo y salió corriendo. Max abrió la puerta y salió al callejón. Cerró con llave, se abrigó, y siguió andando. Unos metros más adelante un hombre corría tras haber dado un navajazo a otro y cogido su cartera. Max observó la escena, se apartó a un lado y le dejó pasar.


Se oyó un disparo, y de nuevo el gato se asustó, trepó a una barandilla y salió corriendo.

Ultima modificacion el Domingo, 29 de Julio de 2012 18:38
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